Aún recuerdo con cariño las fechas importantes. Las abrazo con nostalgia, como quien sostiene entre las manos algo que ya no le pertenece, pero que una parte del corazón se resiste a soltar. Son recuerdos que duelen, pero que todavía guardo con respeto y amor, porque así lo prometí.
Creí haber aprendido una lección. Creí que las personas realmente cambiaban. Llegué a pensar que, en algún punto, yo había marcado una vida para bien. Pensé que el amor podía transformar, sanar heridas y convertirnos en versiones más honestas de nosotros mismos.
Yo sí aprendí. No he vuelto a cometer los mismos errores. Pero hoy entiendo que hay caminos que simplemente no van en la misma dirección, que hay mundos que jamás lograrán encontrarse sin lastimarse. Y, una vez más, estoy profundamente roto por dentro. Esta vez la decepción pesa más, porque de verdad pensé que todo había quedado atrás.
La vida es demasiado corta y el mundo demasiado pequeño como para tropezar dos veces con la misma historia. Quien no es capaz de respetar a su pareja difícilmente cambiará, porque el respeto no se aprende a la fuerza: nace de la voluntad.
Creí que a mi lado te habías convertido en alguien mejor para siempre. Creí que ambos habíamos entendido la lección. Y me despedí de una mujer que, en ese momento, parecía haber encontrado su mejor versión. Pero hoy supe que con quien ahora ocupa mi lugar repites los mismos errores… con la misma persona… y es inevitable sentir que aquella mujer perfecta a la que dije adiós simplemente dejó de existir.
Lo más doloroso es descubrir que la persona que conocí al principio —esa que me hizo daño, esa a quien incluso llegué a tenerle miedo— ha vuelto a aparecer.
A veces el arrepentimiento llega tarde. Y a veces simplemente no llega.
Y aunque duela, cada quien termina cargando con su historia… y con las decisiones que decide repetir.
Solo deseo que algún día tengas la valentía de romper ese ciclo, no por mí ni por nadie más, sino por ti misma. Porque el amor verdadero empieza cuando uno deja de lastimarse a sí mismo… y a quienes alguna vez lo dieron todo sin pedir nada a cambio.
