
Desde que era niño, el mundo de las apuestas ha ejercido una atracción casi mágica sobre mí. Lo que comenzó como un simple juego en una máquina de azar se ha convertido en una afición que ha perdurado a lo largo de mi vida. Hoy quiero compartir mi experiencia personal con el fenómeno del Refuerzo Intermitente, un concepto psicológico que, sin saberlo en ese entonces, ha jugado un papel fundamental en mi relación con las apuestas, especialmente en el poker.
Mi primera experiencia con las apuestas ocurrió cuando tenía unos 10 años. Recuerdo estar en la casa de un amigo, y junto a su casa, en una pequeña tienda había una máquina de azar. Había visto muchas veces esas máquinas pero no entendía como funcionaban y tampoco me llamaba la atención averiguarlo. Era una de esas máquinas donde seleccionas una figura, y una luz gira hasta detenerse en una de ellas. Mis amigos me enseñaron cómo jugar, no tenía ninguna ciencia en realidad, solo algo de suerte (O tal vez que el algoritmo de la máquina dicte que debe dejarte ganar). Después de que mis amigos perdieran un par de monedas y una vez que ya sabía como funcionaba, gasté entre 50 centavos y un dólar. En algunas jugadas ganaba, otras perdía, hubo ocasiones en que solo me quedaba 1 moneda pero volvía a recuperar mi dinero y finalmente logré ganar 10 dólares (aposté dos veces al premio más alto), aunque la máquina no me devolvió todo el dinero debido al parecer estaba vacía, es difícil transmitir mediante palabras la emoción que para un niño de 10 años significaba eso, recuerdo saltar de alegría gritar e incluso ver a mis amigos revolcarse en el piso mientras escuchábamos el sonido de decenas de monedas saliendo de la máquina.
Esa pequeña victoria fue suficiente para engancharme. Desde entonces, cada vez que visitaba a mi amigo, apostaba al menos 50 centavos con la esperanza de volver a ganar como aquella vez, pero la mayoría de las veces perdía y hasta la el día de hoy, a pesar de haber jugado incontables veces, nunca volvía a ganar una cantidad similar.
El sentimiento de ganar fue tan fuerte que, cuando las apuestas se volvieron ilegales, prohibieron estas máquinas en todo el país, pero yo aún buscaba máquinas similares en pueblos aledaños, emocionándome cada vez que encontraba una (Yo tenía tal vez ya 14 o 15 años). Con el tiempo, mi interés por las apuestas creció, y comencé apostar en partidos de voleibol, a comprar loterías, tarjetas de raspa y gana, y cualquier actividad que me emocione aunque sea por una mínima posibilidad de ganar. Aunque la mayoría de las veces perdía, las pocas veces que ganaba me motivaban a seguir jugando.
Mi incursión en el poker comenzó en la universidad, donde organizaba torneos con amigos, apostando dinero real. Disfrutaba tanto del juego que incluso comenzamos a jugar en línea con dinero real entre nosotros. Poco a poco, el poker se convirtió en mi principal forma de apuesta, y hoy en día, es el único juego en el que apuesto cantidades significativas.
Puede ser abrumadora la cantidad de dinero que hasta el día de hoy he perdido en apuestas, sinceramente ya perdí la cuenta y aunque podría dar una cifra estimada prefiero evitarme el amargo sabor de recordar el dinero que me hizo o podría hacerme falta a futuro.
¿Qué es y Cómo Funciona?
Honestamente hasta hace poco desconocía que existía un término para describir este patrón de comportamiento que viví y he observado en otras personas. De hecho llegué al punto de pensar que podría escribirse un buen artículo científico analizando este patrón. Pero como la mayoría de las ideas que hoy en la actualidad parecen increíbles y originales. Alguien más ya lo hizo.
El refuerzo Intermitente es un concepto fundamental en la psicología del comportamiento, introducido por B.F. Skinner. Este tipo de refuerzo se da cuando las recompensas no son constantes ni predecibles, lo que hace que el comportamiento sea más difícil de extinguir. En mi caso, la experiencia de ganar en mi primer encuentro con las apuestas fue crucial. Si no hubiera ganado en aquella primera vez, es probable que nunca hubiera sentido el deseo de seguir apostando.
En las apuestas, el refuerzo Intermitente se manifiesta en la forma de victorias aleatorias e infrecuentes. No es un secreto que las probabilidades siempre están en contra del jugador, pero esa pequeña posibilidad de ganar, esa chispa de esperanza que enciende la imaginación, es lo que hace que los jugadores sigan apostando. Las recompensas no son constantes, y eso es precisamente lo que las hace tan atractivas. En cada giro de la ruleta, en cada mano de poker, existe la posibilidad, por más pequeña que sea, de que las cartas o los números caigan a tu favor, y esa posibilidad es suficiente para mantener a los jugadores volviendo por más.
El sistema de recompensas del cerebro, centrado en la liberación de dopamina, juega un papel crucial en este proceso. La dopamina es un neurotransmisor asociado con el placer y la recompensa, y su liberación es fundamental en la creación de hábitos y adicciones. En situaciones de refuerzo intermitente, como las apuestas, la dopamina se libera no solo cuando se obtiene una recompensa, sino también en anticipación de ella. Es decir, el mero acto de esperar una posible victoria es suficiente para activar este sistema, lo que explica por qué el juego puede ser tan adictivo. Incluso cuando los jugadores pierden, la posibilidad de que la próxima apuesta pueda ser la ganadora mantiene el ciclo de anticipación y deseo, reforzando el comportamiento de apostar. (Tal vez quieran leer más al respecto, encontré cosas muy interesantes aquí)
Otro aspecto aún intrigante del refuerzo intermitente en las apuestas es cómo afecta a la percepción del control. A pesar de que las apuestas son, por definición, actividades de azar, muchos jugadores desarrollan la “ilusión de control”, creyendo que pueden influir en el resultado de una apuesta a través de sus acciones o decisiones. Esta creencia errónea es reforzada por las ocasionales victorias que experimentan, lo que los lleva a pensar que si continúan jugando de cierta manera, eventualmente volverán a ganar. Esta ilusión es particularmente fuerte en juegos de habilidad parcial, como el poker, donde la estrategia y la suerte están entrelazadas.
Además de la ilusión de control, los jugadores también somos víctimas de varios sesgos cognitivos que alimentan su comportamiento de juego. Uno de los más comunes es la falacia del jugador, la creencia de que si un evento ocurre con más frecuencia en el pasado, es menos probable que ocurra en el futuro o viceversa. Este sesgo lleva a los jugadores a tomar decisiones basadas en patrones inexistentes, convencidos de que pueden “predecir” el resultado de una apuesta. La realidad, sin embargo, es que cada apuesta es independiente de las anteriores, pero la falacia del jugador sigue alimentando el deseo de seguir apostando.
La dopamina, en términos neurobiológicos, es un neurotransmisor que desempeña un papel crucial en la formación de hábitos y adicciones. En el contexto de las apuestas, esta sustancia química puede nublar el juicio, haciendo que las personas actúen de manera irracional y emocionalmente impulsiva. La verdadera cuestión es ¿hasta qué punto eres capaz de mantener el control cuando juegas? ¿Tienes la capacidad de gestionar tus emociones y actuar racionalmente, incluso cuando conoces los mecanismos que influyen en tu comportamiento?
Reflexionando sobre mi propia experiencia, me doy cuenta de lo fácil que es perder el control. Aun siendo consciente de cómo funciona el refuerzo intermitente y de cómo la dopamina puede desencadenar una espiral de apuestas compulsivas, no siempre es sencillo resistir la tentación de seguir jugando, especialmente después de una racha de pérdidas. La esperanza de recuperar lo perdido puede ser abrumadora, empujándote a seguir apostando más allá de lo que habías planeado.
Este ciclo es uno de los aspectos más peligrosos de las apuestas, la ilusión de que la próxima jugada podría ser la ganadora, el “solo una vez más” que sigue y sigue. Incluso con todo el conocimiento sobre los sesgos cognitivos y las trampas emocionales, es fundamental preguntarse: ¿estás lo suficientemente preparado para enfrentar estas emociones de manera sobria y racional cuando te sientas en la mesa de apuestas?